e premte, 22 qershor 2007

Mover Espiritual (II)


“Viene el día en que se edificarán tus muros; aquel día se extenderán los límites.” Miqueas 7:11
Jerusalén estaba destruida y el pueblo había sido llevado cautivo a Babilonia. Pero Dios no les abandonó, amaba a Israel y usé de muchos profetas para anunciar un tiempo de restauración y del fin del sufrimiento. Así, por ejemplo, aparece Miqueas anunciando que viene el día en que los muros destruidos por el enemigo serán reedificados. Y junto a esa promesa de reconstrucción, hay otra: “aquel día se extenderán los límites”. Dos pájaros de un tiro, dos promesas en un solo texto. La segunda como consecuencia de la primera. Dios decía a su pueblo: “Sus muros serán reconstruidos, y a partir de allí no tendrán límites.” En la Nueva Versión Internacional el texto de Miq 7:11 dice: “El día que tus muros sean reconstruidos será el momento de extender tus fronteras.”
Y este texto presenta una paradoja. ¿Cómo ampliarían sus límites los israelitas teniendo muros a su alrededor? Los muros servían como fronteras, allí terminaba el territorio de una ciudad; pero Dios les estaba diciendo que cuando sus muros sean construidos, así también extenderían sus límites. ¿Cómo podía ser esto posible? Dios les estaba diciendo: “Tendrán muros, pero sus límites serán más grandes.” Sin muros, los límites eran escasos. Mientras los muros seguían destruidos, el pueblo estaba limitado a la esclavitud. Pero cuando los muros se volvieran a levantar, a pesar de que irían a vivir dentro de ellos, Dios extendería sus límites

más allá de ellos. De otra manera: “solo cuando aprendes a conocer tus límites, Dios te bendice grandemente.” Los muros, los límites, son necesarios… pero no para limitarte, sino para demostrarte que la grandeza de Dios puede sobrepasarlos y llevarte más allá de ellos.
Dios es un Dios de límites. No es un Dios de limitaciones. Cuando creo a Adán y Eva les enseño el límite, pero no los limito –les dio la libertad de decisión. Y ellos pasaron ese límite y sufrieron las consecuencias. Si ellos se hubieran quedado dentro de los límites –muros- que Dios les había presentado, el de no comer de ese árbol, entonces hubieran sido bendecidos grandemente.
¿No es igual cuando tú o yo quebramos un límite de Dios? El no te sujeta puesto que respeta cada una de tus decisiones. Tu límite es acceder al pecado, a los deseos de la carne, a la inmundicia del sistema secular… si los traspasas también te encontrarás con las consecuencias “los príncipes de Judá fueron como los que traspasan los linderos; derramaré sobre ellos como agua mi ira.” Os 5:10. Pero si conoces de esos límites, aunque estés amurallado, Dios te extenderá grandemente. El camino de Dios no se trata de un legalismo: “no esto, no lo otro”. Sino que debes conocer tus límites y respetarlos. Cuando lo haces, Dios te bendice. Cuando los traspasas, vienen las consecuencias. ¿Puede un cristiano beber alcohol? – Si conoce sus límites no tendrá problemas, ahora si no los conoce y termina luego emborrachándose entonces ese sí será una complicación. ¿Pueden ir los jóvenes a un bar? – Si conocen sus límites para compartir, divertirse y ser luz, no tendrán problemas. Pero si los traspasan y terminan alcoholizados y bailando arriba de las mesas, eso si será lamentable.
El legalismo en las iglesias solo ata y atemoriza a las personas. Cautiva la capacidad humana de pensar y decidir correctamente frente a determinadas circunstancias. Pero el creyente que conoce de la Palabra y el fuego del Espíritu arde en su interior, conoce sus límites y dentro de ellos, es grandemente extendido por la gracia de Dios.
Los límites son necesarios. Los papás ponen límite a su pequeño hijo para que crezca sabiendo qué es bueno y qué no debe hacer para no lastimarse o herir a otros. No es que Dios no te deja hacer lo que quieras, El no te restringe… pero sí te enseña cuales son los límites que debes esforzarte por no traspasar. Si por la ruta pasas el límite de velocidad que te indica la señalización, el que corre peligro eres tú. Y a mayor velocidad el tiempo que necesitas para frenar es mayor. También así es el camino que un día emprendiste al aceptar a Cristo en tu corazón como Señor y Salvador. Si caminas en los límites de Dios, entonces tus límites serán extendidos. Si conoces de los límites carnales y no los traspasas, entonces tus límites espirituales serán grandes. ¿Cuánto conoces de tus límites a fin de ser un instrumento en las manos del Señor? ¿Sabes decir no a tiempo cuando debes decirlo? El respecta cada una de tus decisiones, aun en lo que va contra su voluntad. Aun si le eres infiel, El permanece fiel a ti. Cuando le fallas, El solo espera para perdonarte y renovarte. ¿Se ha destruido algún muro de ti? Quizás el de la verdad, o el del perdón, o el de la promiscuidad, o el de la humildad. Dios quiere volver a edificarlos, El desea ponerlos nuevamente en su lugar. ¿Estas dispuesto a que Dios levante esos muros? Es muy triste enterarse de algún líder que traspaso un límite y entregó su llamado por la fornicación, el adulterio u otro mal. Esto suena duro, pero si deseas tomar las cosas de Dios con la verdad que ello merece deberás conocer tus límites y dentro de ellos, con la gracia y fuerza de Dios, tu vida espiritualserá engrandecida.
No puedes seguir vacilando, o traspasando esos límites de vez en cuanto simplemente porque el gozo del mundo llama mas a tu corazón que las preciosas bendiciones de Dios. Es cierto que cuesta mantenerse dentro de esos muros, pero en tu esfuerzo diario por agradar a Dios también estará presente Su riqueza de gloria por haberlo logrado. Muchos no pueden disfrutar de las grandezas ilimitadas de Dios, simplemente porque no conocen sus límites. Quienes, por ejemplo, no disfrutas de la prosperidad de Dios simplemente por no conocer sus límites y ser malos administradores de sus bienes materiales. O quienes, nunca alcanzan una plenitud en tu ministerio simplemente porque hay mal hábito en sus vidas que no entregan completamente al Señor y con el cual se acostumbran a vivir por mucho tiempo.
Dios tuvo misericordia de Jerusalén y volvió a reconstruir sus muros. También el tiene misericordia de ti. Quieres vivir en grandeza espiritual, tienes primero que aprender a conocer tus límites. No se trata de límites humanos, sino de los que son establecidos desde los cielos para bendición de tu vida.Amigo/a, este es el momento en que tus muros sean edificados, aquellos que se han derrumbado. Aquello que el enemigo destruyo, son los que Dios puede volver a levantar. Su grandeza basta para restaurarte después de una caída y su amor es suficiente para que vuelvas a empezar...

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